El doctor Fernando Fernández Bueno, cirujano oncológico del Hospital Gómez Ulla y portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo en España, intervino el pasado mes de septiembre en la V Cumbre Científica sobre Reducción de Daño por Tabaquismo en la que participan 60 expertos de 17 países y en la que se debate sobre el potencial de los productos de reducción del daño y la ciencia existente en torno a ellos .
Fernández Bueno formó parte del panel Desafíos y perspectivas de la reducción del daño en el que estuvo acompañado por expertos de Grecia, Portugal, Hungría, Indonesia, Brasil y Túnez. Durante su intervención, el portavoz de la Plataforma hizo un repaso de las cifras de tabaquismo en España y su evolución en los últimos años. En ese sentido, recordó “la grave situación que vive España, cuyas tasas de tabaquismo se encuentran estancadas en los mismos niveles que en 2005, lo que debería obligarnos a reflexionar detenidamente sobre qué es lo que está fallando”.
Según el doctor Fernández Bueno, la causa principal de que el número de fumadores no haya descendido en España se debe a que las políticas que se han impulsado hasta ahora no están teniendo en cuenta a aquel amplio segmento de población que no consigue dejar de fumar y que puede superar los 3 millones de personas. “Por este motivo- afirmó el Dr. Fernández Bueno- es necesario apostar por políticas innovadoras que ayuden a esa comunidad a dejar de fumar como la reducción de daños por tabaquismo”.
Para ello, señaló que el Ministerio de Sanidad debería analizar los casos de Reino Unido, Francia, Nueva Zelanda o Estados Unidos, donde “se ha incorporado en las políticas públicas el potencial que tiene la reducción del daño para avanzar de una manera más rápida y efectiva en la lucha contra el tabaquismo y que está dando sus frutos”.
En este punto, el doctor Bueno puso de relieve que “el foco de la lucha contra el tabaquismo debe seguir en el cigarrillo tradicional y otros productos de tabaco de combustión, que son la forma más tóxica de consumir nicotina al tiempo que se dan respuesta a aquellos fumadores que no consiguen dejar de fumar”.
Por este motivo, señaló que las políticas de tabaquismo deberían estar centradas, por un lado, en combatir al cigarrillo tradicional, mediante la prevención y la cesación, y, por otro, en seguir investigando sobre el potencial de las herramientas de reducción del daño, como son los productos de vapor sin combustión, para los fumadores que no consiguen dejarlo.
Para ello, “se debe abrir un debate abierto y sin dogmas ni prejuicios en torno a los nuevos productos”, un debate que tenga en cuenta “toda la evidencia científica disponible actualmente y las experiencias internacionales de países como Reino Unido, Francia, Estados Unidos o Nueva Zelanda”, donde tras un debate público, han sido pioneros incorporando a sus políticas de tabaquismo un eje de reducción del daño con campañas de información sobre estos productos, formación de personal sanitario o incluso disponen de procedimientos específicos para la evaluación y aprobación de nuevos productos de riesgo modificado.