El pasado mes de febrero tuve la oportunidad de participar como portavoz de la Plataforma española para la Reducción del Daño por Tabaquismo en el seminario sobre tabaquismo y nuevos productos organizado por la Dirección General de Salud Pública de la Comisión Europea. En el evento en el que participaron otras organizaciones europeas y expertos de distintas nacionalidades, expuse el trabajo que ha realizado la plataforma desde su creación y expliqué el potencial que la reducción del daño puede tener en la lucha contra el tabaquismo como un complemento a la cesación y a la prevención. Asimismo, el debate sirvió para poner de manifiesto la ciencia y las experiencias internacionales que avalan la utilidad de estos planteamientos.
Un ejemplo muy claro es el caso de Reino Unido donde las tasas de tabaquismo se han situado en mínimos históricos desde que el Gobierno comenzase a aplicar políticas de reducción del daño incluyendo la recomendación de productos alternativos de vapor para los fumadores que no consiguen dejar el hábito.
En este sentido, llama la atención lo que estamos observando en España donde el Ministerio de Sanidad no solo no contempla la reducción del daño, obviando la ciencia y las experiencias internacionales, sino que quiere poner trabas para el desarrollo de estos productos considerándolos de la misma manera que los productos de tabaco tradicionales.
En la actualidad, dicho Ministerio está trabajando en un nuevo plan de tabaquismo. Se trata de una oportunidad para que España avance en la lucha contra los estragos que causa el hábito de fumar apostando por la ciencia introduciendo políticas de reducción de reducción del daño tal y como ha hecho países como Reino Unido o Nueva Zelanda.
Para ello, debería establecerse, por ejemplo, una regulación diferenciada para los productos de reducción del daño ya que la ciencia ha demostrado su menor toxicidad.
Equiparar estos productos al cigarrillo de combustión sería un grave error en términos de salud pública ya que el mensaje que recibiría el fumador es que uno y otro tienen el mismo impacto en la salud y, por tanto, se eliminaría cualquier incentivo para considerar el cambio a productos de menor daño para aquellos fumadores adultos que no consiguen dejarlo.
Desde la Plataforma compartimos los objetivos del Ministerio de Sanidad en la lucha contra el tabaquismo: reducir las altas tasas de tabaquismo y evitar el acceso de los menores a todos los productos con tabaco y nicotina. Sin embargo, creemos que, para hacerlo, no valen únicamente las herramientas del pasado – la prevención y la cesación- y debería apostarse por una tercera vía, la reducción del daño, para conseguir el objetivo de bajar la incidencia del tabaquismo en España.
A este respecto animamos al Ministerio de Sanidad a escuchar a todas aquellas organizaciones que defienden la reducción del daño, como ha hecho la propia Comisión Europea, en aras de avanzar de una manera más rápida y efectiva en la lucha contra el tabaquismo.
Fernando Fernández Bueno, Cirujano oncológico del Hospital Gómez Ulla y portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo.