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Decálogo de la Plataforma para la
Reducción del Daño por Tabaquismo.

  1. Impulsar programas públicos de lucha contra el tabaquismo que integren políticas y herramientas de reducción del daño.
    Ante la falta de eficiencia en las políticas antitabaco en comparación con otros países de nuestro entorno, Reino Unido debe servir de inspiración para un enfoque innovador basado en las políticas de Reducción del Daño desde las administraciones públicas, tanto nacionales como autonómicas. Las estrategias de reducción del daño, que ya se aplican con eficacia demostrada para otras sustancias en los planes nacionales sobre drogas, deben aplicarse también a la nicotina.
  2. Favorecer la comunicación y la investigación sobre los productos de riesgo reducido y su efecto en la prevalencia tabáquica.
    Las administraciones públicas deberían fomentar el dialogo transparente entre los entes públicos y privados para avanzar en la investigación y generación de estudios sobre los productos innovadores que permitan reducir los efectos del tabaquismo y su impacto sobre la salud pública.
  3. Facilitar, desde las autoridades sanitarias, información pública objetiva y científicamente validada sobre las diferencias entre los cigarrillos de combustión y los productos de riesgo reducido.
    Las autoridades sanitarias nacionales y autonómicas, así como la comunidad médica deberían reconocer las diferencias entre el cigarrillo tradicional y los productos de riesgo reducido proporcionando a los fumadores información objetiva, veraz y basada en toda la evidencia científica, sin alarmismos infundados que provoquen el miedo de los fumadores a probar herramientas que pueden alejarles del tabaquismo y salvarles la vida.
  4. Crear un observatorio nacional para el seguimiento del consumo de nicotina mediante productos alternativos y su impacto y encaje en las políticas anti tabáquicas.
    Este organismo debería proponer un perfil de riesgo de cada producto y realizar evaluación y seguimiento del impacto de estos productos en la salud de la población fumadora, así como su impacto en la prevalencia tabáquica nacional, por segmentos de edad y grupos de población en base a criterios puramente científicos.
  5. Establecer un comité científico de expertos que revise las evidencias y literatura disponibles y estudie las características de los productos de consumo de nicotina de riesgo reducido.
    Como fuente de información científica veraz, se debería nombrar un comité científico de expertos multidisciplinar con diferentes competencias y perfiles (sanitario, médico, académico, químico, entre otros) que tenga la capacidad y formación suficiente en el área de la reducción de daños por tabaquismo y sus productos para revisar la literatura científica disponible, y elaborar recomendaciones al respecto.
  6. Promover el intercambio nacional e internacional de profesionales y expertos científico-sanitarios especializados en reducción de daños por tabaquismo.
    Se debería facilitar el diálogo de los profesionales con otros expertos en Reducción de Daños por tabaquismo de países pioneros y líderes en la lucha contra el tabaquismo, para facilitar el flujo de mejores prácticas en el ámbito de la reducción del daño. Al mismo tiempo, se deberían impulsar planes formativos para los profesionales sanitarios en relación con la reducción de daños por tabaquismo y lo que este tipo de dispositivos pueden aportar para los fumadores que no han conseguido abandonar el hábito por ninguna otra vía.
  7. Impulsar la transformación del sector del tabaco hacia el desarrollo de productos menos dañinos para la salud.
    Desarrollar un programa para instar a la industria a destinar todos los recursos posibles a investigar e innovar en productos de reducción de daños, con el objetivo final de abandonar la venta de productos de combustión.
  8. Lanzar nuevas campañas de sensibilización públicas especialmente dirigidas a jóvenes sobre las consecuencias del tabaquismo haciendo uso de los nuevos canales de comunicación social.
    Es necesario lanzar nuevas campañas de sensibilización dirigidas a jóvenes sobre las consecuencias del tabaquismo haciendo uso de los nuevos canales sociales, ya que las campañas tradicionales están cada vez menos adaptadas al principal público al que deben de estar enfocadas, los jóvenes y menores. Estas campañas deben estar especialmente encaminadas a evitar que los jóvenes se inicien en el consumo de tabaco y en el de nicotina.
  9. Impulsar el estricto cumplimiento de la normativa antitabaco actualmente vigente.
    Se deben redoblar los esfuerzos para garantizar el cumplimiento efectivo de la legislación antitabaco y crear las disposiciones necesarias para vigilar las restricciones de venta a menores de edad, a la publicidad y el estricto control sobre los espacios públicos donde no está permitido el consumo. Es primordial mantener la actual separación legislativa entre la normativa aplicable a los cigarrillos convencionales y la aplicable a los dispositivos susceptibles de liberación de nicotina.
  10. Ampliar la legislación vigente sobre los espacios libres de humo con el objetivo de proteger a los menores.
    Y que incluya medidas regulatorias y recomendaciones para evitar a la exposición de los menores al humo, por ejemplo, prohibiendo fumar en espacios abiertos de afluencia de este colectivo como playas, recintos deportivos o parques. Estas restricciones deben ceñirse exclusivamente a los productos de combustión.